La paciencia como herramienta para resolver un problema

Vives en una sociedad donde la paciencia no se usa para resolver un problema.

Todo debe tener una solución rápida.

No hay tiempo que perder.

Porque el tiempo es oro gestionado por los que te empujan a pasar volando por el presente.

Pero se equivocan.

Aunque no te hayas dado cuenta de ello.

Porque solo en el presente se disfruta.

Se vive.

Y se resuelve un problema.

La paciencia es mucho más que una herramienta.

Es una actitud.

Incluso una forma de vida.

En la que te abres de manera incondicional al presente.

La única cosa en este mundo que es realmente tuyo.

Aquí y ahora.

Pero ¿puedes usarla para resolver un problema?

La paciencia como motor del presente

La paciencia es aceptación.

Algo que va mucho más allá de la tolerancia y está muy lejos del sufrimiento.

Cultivar la paciencia no es cultivar el aguante.

Nada más lejos de la realidad.

En coaching sabemos muy bien que la falta de paciencia es muchas veces lo que te impide resolver un problema.

Especialmente porque hay problemas en la vida que necesitan un ritmo natural para ser resueltos.

Resistirse a esta realidad es empeorarlos.

Por eso es tan importante cultivar la paciencia como motor y motivación para participar de tu presente.

Frente a la resistencia y el rechazo que significa la falta de paciencia, están su transparencia y lucidez.

Porque si quieres resolver un problema, tienes que ser capaz de verlo desde otra perspectiva.

La perspectiva del tiempo y la proactividad de la paciencia.

Como lo oyes.

La paciencia activa es desarrollo desde la calma y la reflexión.

Desde la reactividad no puedes resolver un problema.

Solo posponerlo o empeorarlo.

La paciencia es sabia.

Llena de energía positiva.

Es acción vital desde la comprensión y la compasión.

Viviéndola desde el presente para tu presente.

Algo que puedes conseguir también gracias al coaching profesional.

Resolver un problema desde el ahora

La paciencia se cultiva.

Pero nunca se pide.

Ni a ti ni a los demás.

Cuando lo haces o te lo piden, se está huyendo de tu responsabilidad en la resolución del problema.

En la parte que te corresponde.

Que no es más que tu propia percepción.

Aprender a ser flexible desde la paciencia no es aguantarse y olvidar.

Al contrario.

Es vivir intensamente desde el respeto por ti y por los demás.

Un principio fundamental de la vida.

Y de ese presente que vives en la realidad compartida con todos los que te rodean.

Momento a momento.

Ayudándote a afrontar y reflexionar sobre la mejor manera de resolver un problema.

Sin juicios.

Ni culpables.

Porque en realidad un problema lo es porque tiene solución.

Si no, deja de ser un problema.

Algo que solo puedes descubrir con paciencia.

¿Te atreves a intentarlo?