Culpar a los demás es una forma de no asumir tu responsabilidad.

¿Te habías parado a pensarlo?

Incluso en muchos casos culpas para descargar tu propia impotencia.

O eso crees.

Sin embargo, la realidad es muy diferente.

Culpar a los demás es un camino de doble sentido que pretende proclamar la inocencia del que culpa de forma indirecta.

Y al mismo tiempo es una manera de alejarte de la solución dejando de asumir tu responsabilidad.

Poniéndola en los demás.

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Una forma automatizada de huir del fracaso o de sus posibles consecuencias que algunos pensamientos irracionales se encargan de presentarte cada vez que lo haces.

Pero no te preocupes.

Es una reacción natural en esta sociedad donde todo debe ser perfecto.

Donde el error y el fracaso se entremezclan para no dejarte distinguir lo que es verdaderamente importante para ti.

Culpar a los demás para tomar el rol de víctima

Culpar a los demás es también una forma de declararte víctima de la situación.

Y la víctima es de por sí la parte débil y desprotegida.

Una forma de protegerte en aquellas situaciones donde no sabes si vas a poder ser tu mejor versión.

O de asumir tu responsabilidad para ayudar a los demás a crecer.

Porque el crecimiento es incompatible con la culpa.

De la misma manera que ser víctima está enlazado con el quejarse por todo como forma de defenderse del mundo exterior.

Culpar a los demás es además dar el poder a los otros para intervenir en una situación que te puede estar afectando de manera muy directa.

Perdiendo la oportunidad de usar herramientas tan poderosas como la gratitud, la aceptación o la escucha activa.

Asumir tu responsabilidad es por lo tanto la forma de dar un paso al frente.

De manera proactiva.

Para ser parte de la solución.

Y no del problema.

Cuestión de elecciones y prioridades.

Incluso de actuar desde tus propios valores.

Asumir tu responsabilidad desde el empoderamiento

Lo sabes.

Aunque no lo creas, lo sabes.

Cada vez que asumes tu responsabilidad estás empoderándote.

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Como persona.

O como profesional.

Abriéndote a la proactividad genérica de las posibilidades.

Creciendo y facilitando el crecimiento de los demás.

Desde la generosidad.

Dejando que sea víctima todo aquel que elija ser débil.

Pero débil vacío.

No como aquél que usa su vulnerabilidad como su mayor fortaleza.

Dejando los juicios de lado.

En un juego donde no hay culpables ni inocentes.

Solo ganadores.

Y esto solo es posible permitiéndote asumir tu responsabilidad.

Mirar hacia adelante aprendiendo de todo aquel que te rodea.

Aceptando incondicionalmente tu forma de ser y la de los demás.

Actuando desde quien estás siendo cada momento.

¿Te animas a descubrir cómo hacerlo?

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